Es quizás nuestra característica más sobresaliente, podemos ir por la calle y quizás no ver tanto los rostros de las personas pero sí vemos su cabello hasta desde muy lejos. Vemos si lo llevan corto, largo, los colores, peinados y demás. Llegando al punto de mi nota, luego de un muy desafortunado corte de cabello a mis 15 años, puse más atención en el cabello, mi cabello, de lo que ya le daba como cualquier adolescente. Me quedó cortísimo, no me molesta el cabello corto y ya lo he tenido así otras veces, pero no fue mi decisión cortarlo tan cortito y ello fue objeto de burlas en el colegio durante todo ese periodo mientras crecía de vuelta. Siempre tuve el cabello larguísimo y abundante así que el cambio fue demasiado para que no se notara y pasara desapercibido.
De ahí en adelante lo cuidé más y básicamente le hice cuanta locura se me ocurrió y era permitida en la escuela en cuanto a cortes y colores. Lo que sí puedo decir es que no lo teñí de los colores de chica tradicionales, nunca, lo intenté un par de veces y nada que ver. Mis mechas eran rojizas para que no las detectaran en el colegio, y en ese tiempo en las vacaciones los pintábamos con marcadores de colores: rosa, morado, amarillo, dorado y de todo. Claro que esos marcadores no eran para cabello así que se imaginarán los desastres que ocurrían, pero ustedes entienden la idea: ser atrevido y diferente usando el cabello como una forma de expresión muy propia.
Luego ya uno crece y el cabello continúa siendo una forma más de controlar esa independencia malsana que tienen los humanos y así ser aceptada y parte de la sociedad de gente “normal”. Recuerdo que luego que me casé llegué un día donde mi estilista de toda la vida y alcahueta de muchas de las locuras que hice en mi cabeza desde mi juventud y le dije (antes que se pusieran de moda) que me gustarían unas mechas azules. Su respuesta me deja sin aliento incluso hasta este momento:
“¿Cómo se te ocurre ponerte mechas azules? Tu eres ahora una señora casada!”
Mi cara de shock creo que no la disimulé muy bien, le pedí que me cortara las puntas, pagué y me fui de allí para nunca más volver.
Panamá tiene su paleta de colores y cortes aprobadas por la sociedad para ser “persona de bien” como las demás. Si eres hombre debes llevar el cabello corto tipo militar y NO TE TIÑES EL CABELLO a menos que sea para ocultar las canas que amenazan tu virilidad so pena que te traten de maricón y, no queremos eso, verdad? Si eres mujer la vaina se complica un poco. El corte de cabello depende la edad; si eres joven, o sea hasta los 40 años, los cortes largos están permitidos todos. Si lo cortas bajito eres machorra y te miran raro porque no hay cabellos largos y femeninos que acariciar, dicen los potenciales parejos de un cabello que ni es de ellos. Si andas con una chica de cabello corto dirán que te gustan los hombres pero no lo aceptas y por eso tu novia tiene pinta de hombrecito con cabello corto. Si tienes más de 40 tu cabello ya no es hermoso así que debes tenerlo corto para no ofender a los demás (hombres) con tu vejez.
Y luego vamos a la paleta de colores aprobada para damas: castaños, claros, rojizos, rubios y mieles. Cualquier otro color eres puta (rojos) o eres una Morticia/emo/gótica (negro) y nuevamente serás sujeto de ser apartada del resto etiquetada como no apta para ser pareja. No se permiten cortes asimétricos, undercuts ni nada por el estilo, ohhh nooooo…. Eso es solo para mujeres artistas, pero igual se hablará incansablemente de ese atrevimiento de osar llevarlo diferente!
Hace varios años decidí que todo ese convencionalismo me valía un cebo y, al ponerse de moda los colores fuertes que siempre me gustaron, hice lo que hace años debí hacer: usar el color que me roncara la gana. Llevo el cabello morado, negro y plateado hace 2 años y ha sido la mejor experiencia de mi vida en muchos sentidos no solo el estético. Las reacciones son extremas y me importa muy poco por que la que vive con este cabello soy yo y no ellos. Los hombres huyen, insultan y ofenden, me han dicho de todo en mi cara. Las mujeres juzgan, resienten y en su pasivo-agresividad te atacan por tener una libertad que ellas NUNCA tendrán.
Al final se trata de eso, libertad, libertad que muchos no tienen ni de llevar algo tan íntimo como el cabello como les dé la gana. Con estos colores soy como una bandera de guerra, soy el recordatorio permanente de su realidad y de estar en permanente represión de la sociedad y eso lo detestan. Tienen miedo al que dirán, sus maridos, vecinos, amigos y en fin todo el que no tiene que tener ninguna opinión sobre el cabello que llevan encima todos los días. Parece una tontería, pero cada día que salgo a la vida mi cabello es una cachetada para muchos. Es realmente tan complicado entender que tu cuerpo y nada en el es problema de nadie más que de uno mismo?
Hace poco tuve la oportunidad de viajar a Londres y allí quienes más cabellos coloridos tenían eran las señoras mayores o sea de 50 o 60 y las doñis se veían espectaculares con sus pelos azules, verdes, violetas y naranjas sus esposos iban felices a su lado reídos y cero competencia con las chicas más jóvenes que también tenían cabellos arcoíris. Cuál es la diferencia? En esos países se respeta la individualidad, punto si te queda te queda y cada quien decide si usa algo o no. Nos queda mucho que aprender en ese sentido.
Por el momento, no tengo intención de cambiar mis colores de cabello, me gustan como están. No sabía que hacer algo tan simple como teñirme fuese una terrible ofensa para las personas y en verdad me causa entre pena y risa. El día que cambie mi cabello nuevamente será porque lo quiera de otra forma y no por desafiar o gustarle a nadie más que la persona más importante en esa decisión, a mí.