No me gusta escribir de lo mismo porque no quiero parecer un glitch en la matrix, pero hay cosas que cuando pasan simplemente son tan bizarras que es la única forma de darles sentido. No hace ni un par de días hable del culto al yo que tiene Panamá, pero ni siquiera me imaginaba lo mal que estábamos. Hace unos días ocurrió un accidente espantoso donde un médico perdió la vida porque a pesar de suplicar que le ayudaran con un torniquete tanto las unidades de tránsito como las personas que se bajaron de los carros que pasaban solo filmaban el accidente y al herido mientras perdía la vida solo. Un simple torniquete le habría salvado, una persona sana, un servidor de la salud en su mejor momento de vida, sin embargo, era más importante “filmar y pal feis” como si lo que estuviese tirado ahí fuera un trapo o peor. Solamente una persona le asistió y se quedó con el pero ya era muy tarde.
Qué clase de personas tiene este país?
Cuando nos volvimos tan insensibles al dolor ajeno?
Cuando perdimos la empatía y la solidaridad?
Cuando nos volvimos unos monstruos con nuestros semejantes?
No somos capaces de ver el dolor en otros no nos interesa nada a menos que nos golpee en la puerta de la casa o les caiga en la cara. Todo eso me quedo muy claro con la marcha anti Ley 61, es mucho más importante vomitar versículos de la biblia y satanizar una tan necesitada ley para que nuestros jóvenes salgan del círculo de pobreza que sobreponerse a su egos y fanatismo y quizás decir “¿qué tal si yo lo veo de otra forma?”. No somos capaces de hacer nada desinteresadamente si ello no nos afecta directamente, “que se queme la casa del vecino, tota ya vienen los bomberos”, “están robando al lado, mejor no me muevo capaz me disparan, total, si roban allá ya no roban acá y el vecino ni me cae bien”.
Y así vamos dejando que las cosas pasen y no nos metemos porque “no es asunto nuestro” y por ello tenemos niños que hieren y matan animales por diversión, sin respetar esas vidas indefensas, como veo a cada rato y los rescatistas no me dejan mentir. Por ello tenemos adolescentes que creen que entre más chiquillas se cogen son más hombres y las dejan tiradas con sus hijos sin hacerse responsables por que sus madres se lo apadrinan “total la hija no es mía, quien la manda a ella y su mamá no cuidarla”, porque sus hijos son angelitos y siguen criando monstruos que serán adultos peores. Por eso tenemos adultos que simplemente no toman acción en nada por que escucharon de sus padres muchas veces: “tú no te metas” o “eso no es tu problema” o “no seas pendejo y cállate”, y así tenemos un país del que los políticos se aprovechan porque saben cómo manipular al que se calla todo, al que abusa de otros y al que maltrata para su beneficio.
Hace muy poco Panamá no era así, aún quedaban ciudadanos valientes que en las calles pidieron por democracia, que se ayudaban entre sí cuando nos caían a palos las Fuerzas de Defensa y que repartían comida para los que quedaron sin nada en la invasión. Aun había vecinos que cuidaban a “los pelaos de la barriada” y había los que asistían al que tenía algún problema. Más aun, los vecinos se conocían carajo, ahora todo mundo está en lo suyo y ni el hola te dan!
Qué fue de esas personas? Qué fue de ese Panamá? No reconozco estos zombies sin alma y me niego a ser parte de eso. Él no debió morir habiendo tantas personas que pudieron ayudarle pero no murió solo él si no toda el alma de un país ese fue el último clavo en el ataúd de lo que una vez fue un país de buenos vecinos y ciudadanos unidos. Me siento horrible por él y todas esas víctimas del poco importa de ahora, son parte de una cadena de desidia que se echó a andar hace mucho y con la que al final pagamos todos y paga el país.
Será que no hay remedio? Yo la verdad ya no quiero quedarme a verlo…