Luego de un merecido y muy esperado descanso por las fiestas de fin de año y de haber renovado el blog, es momento para seguir en la lucha. Continuo el camino llegando a termino con el diagnóstico, no por nada malo, si no tratando de entender de las diferentes etapas de mi vida sus experiencias ahora con esta nueva información.
Sigo indecisa en si fue bueno no saber que era TEA o si habría sido mejor saber y asistir a terapias dirigidas. Hoy, por ejemplo, conociendo el diagnóstico me ha ayudado a buscar cómo organizarme más efectivamente y también a mejorar aspectos de trabajo y personales que me estaban causando dificultades en el día a día. Es bueno conocer al enemigo, esto es algo que aprendí a los golpes y sinsabores a hacer desde chica, nadie me enseñó solo sabía que debía hacerlo.
Por ejemplo, soy mucho más cuidadosa con la redacción de mis documentos y como me expreso. Tengo nuevos formatos de registro para no olvidar deberes y registrarlos de forma que en la manera en que lo percibe mi mente sea más efectiva, todos ganamos. Algo más importante es que no me doy lata a mí misma por las confusiones con los números o con no entender algunos mensajes de trabajo solo lo trato de ver de forma distinta.
Lo que si aún estoy trabajando es en hacer las paces con mis errores del pasado. No podría haber sabido en ese momento que muchas señales de alerta de personas con malas intenciones no las podía ver bien ni entender por mi condición. Pienso en las personas que pasaron por mi vida que fueron muy buenas y otras no tanto y lo peligroso que el no saber que era TEA pudo ser para mi bienestar. Es como caminar en un campo minado, si para un neurotípico es complicado y les pasan chascos, pues a uno con más razón. No me culpo por ello, solo trato de revivir esas experiencias y con la nueva información ver si habría sido distinto mi proceder, quizás sí.
No se puede vivir en miedo constante de todo mundo, eso no es vida, uno debe convivir con otros por fuerza y a mí me gusta tener amigos, no montones, pero si tenerlos. Con el tiempo mientras iba ganando experiencias aprendí a darme cuenta de gente que no era de confiar y trataba de alejarme de ello. Otras veces no fue sencillo ver las intenciones y al final cuando no servía más a esa amiga o conocido venía la decepción con su respectivo golpe de tristeza.
Hoy puedo ver que no todos los que me sonreían eran sinceros, no todos los que querían mi compañía eran reales y no todos los que me decían cosas buenas o bonitas realmente lo sentían. Pero, ¿cómo saberlo? ¿Saben acaso diferenciar esto todos los neurotípicos? Creo que sí, pero hasta el mejor cazador se le va la liebre, dice el dicho. Me consuelo pensando que al menos yo si ofrecí mi sonrisa sincera y mi mano amiga sin ataduras y que la experiencia me hace hoy más sabia.
Por mucho tiempo estuve sintiéndome mal conmigo misma y auto castigándome disque “por tonta”, ya no lo hago pues no soy tonta y no lo fui nunca, hice todo lo que pude por estar a salvo con lo que sabía en ese momento. Eran experiencias que debía pasar para hacerme fuerte, tener mejor olfato y seguir. En esa misma tónica luego abordaré mi experiencia de divorcio desde esta perspectiva, pero en otra nota solo para ello.
Si sospechas que eres TEA o tu hijo o hija deben seguir buscando y presionando por un diagnóstico, todas las herramientas de forma temprana que puedan obtener para manejarse en el mundo son muy valiosas. No es porque seamos raros que se necesitan, es porque el mundo aun no es un lugar apto para nosotros los distintos y hay que saber cómo conducirse y cuidarse. En la medida que se reconozca que hay personas con diferentes modos de pensar y ver el mundo, los humanos nos vamos a balancearnos mejor. Así como los TEA aprendemos a comunicarnos con los Neurotípicos ocurrirá lo contrario y todos ganaremos con ello.
Quiero ver esta evolución de forma positiva y quiero en lo que pueda ayudar con mi experiencia a otros que pasan por lo mismo.
Una respuesta a “Cuidándose la espalda”